Colesterol y menopausia: qué es y por qué sube en esta etapa

Muchas mujeres llegan a la consulta sorprendidas porque, sin cambiar su dieta ni su estilo de vida, sus análisis empiezan a mostrar el colesterol más alto tras la menopausia. "¿Cómo puede ser si hago lo mismo de siempre?" me preguntan. Y la respuesta está en un factor que a menudo se pasa por alto: las hormonas.

Hoy quiero contarte por qué el colesterol puede subir en esta etapa, qué implicaciones tiene y cómo puedes abordarlo de forma eficaz y sin alarmismos.

 

¿Por qué cambia el colesterol en la menopausia?

Primero, vamos a entender qué es el colesterol. Es una sustancia grasa que nuestro cuerpo necesita para funciones vitales como fabricar hormonas (incluidas las sexuales), producir vitamina D y formar parte de las membranas celulares. El hígado lo produce de forma natural, y también lo obtenemos a través de la alimentación.

Pero el colesterol no circula solo por la sangre, sino unido a unas proteínas llamadas lipoproteínas, que funcionan como transportadores:

  • LDL (lipoproteínas de baja densidad): llevan el colesterol desde el hígado hacia las células. Si hay exceso, puede acumularse en las arterias. Por eso se le llama "malo".
  • HDL (lipoproteínas de alta densidad): recogen el exceso de colesterol de los tejidos y lo devuelven al hígado para su eliminación. Por eso se le llama "bueno".

También se mide:

  • El colesterol total: suma de todas las fracciones.
  • Los triglicéridos: otro tipo de grasa que circula en la sangre y que, en niveles altos, puede ser perjudicial.

Durante los años fértiles, los estrógenos ayudan a mantener un perfil lipídico favorable: aumentan el HDL, reducen el LDL y tienen un efecto protector sobre los vasos sanguíneos. Con la llegada de la menopausia, este efecto desaparece, y es habitual que el colesterol se desequilibre, aunque no hayas cambiado tus hábitos.

Además, si hay antecedentes familiares o un estilo de vida poco saludable (sedentarismo, alimentación rica en ultraprocesados, estrés crónico), el riesgo de que los niveles suban repentinamente es mayor.

La buena noticia es que, entendiendo lo que pasa, se pueden tomar decisiones informadas y eficaces para recuperar el equilibrio.

 

Colesterol: no todo es blanco o negro

El colesterol en sí no es malo. Es una sustancia esencial para fabricar hormonas, vitamina D y la membrana de nuestras células. Lo importante es el equilibrio entre sus diferentes tipos y el contexto de salud general.

Es un error quedarse solo con un número. Es más relevante:

  • Tu estilo de vida
  • Tus antecedentes familiares
  • Tu nivel de inflamación y resistencia a la insulina
  • El estado de tus arterias

Por eso, en vez de obsesionarnos con bajar cifras a cualquier precio, hay que entender el panorama completo.

 

¿Y ahora qué hago si me ha subido el colesterol?

Primero, respira. No necesitas saltar directamente a una dieta restrictiva ni a medicación sin valorar otras opciones.

Lo que recomiendo como nutricionista en estos casos es:

1. Revisar tu alimentación sin caer en extremos

  • Aumenta el consumo de fibra soluble: avena, legumbres, frutas como manzana y pera
  • Incluye grasas buenas: aguacate, aceite de oliva virgen extra, frutos secos, pescado azul
  • Reduce los ultraprocesados y azúcares refinados, que favorecen la inflamación

2. Mueve el cuerpo de forma regular

Caminar, nadar, hacer yoga, bailar... lo que disfrutes. El ejercicio mejora el perfil lipídico, regula la insulina y también te ayuda a dormir mejor y a gestionar el estrés.

3. Cuida tu descanso y tu gestión emocional

El estrés crónico y dormir mal pueden alterar el metabolismo y empeorar los niveles de colesterol, aunque comas bien. No subestimes este pilar.

4. Valora acompañamiento profesional

No hace falta que lo hagas sola. Un seguimiento nutricional puede ayudarte a ajustar tu alimentación de forma personalizada y sostenible.

 

¿Y la terapia hormonal?

Algunas mujeres mejoran su perfil lipídico con terapia hormonal sustitutiva (THS), siempre que no haya contraindicaciones. Este no es un recurso para todas, pero en algunos casos puede tener beneficios metabólicos, además de reducir sofocos y proteger la salud ósea.

Consulta con tu ginecóloga si estás valorando esta opción.

Se trata de acompañar a tu cuerpo en esta nueva etapa, no de luchar contra él.

Y si necesitas ayuda para conseguirlo, estaré encantada de acompañarte.

Tu salud cardiovascular importa. Y empieza por entender qué está pasando dentro de ti.

Soja y menopausia: ¿Aumenta la soja el riesgo de cáncer de mama?